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En la fotografía como en la vida, creo que lo más importante no es lo que vemos sino lo que está más allá. No hay que intentar comprender una fotografía, sino percibirla, captarla. Todo es una cuestión de símbolos. Un símbolo transmite siempre más de lo que parece, representa un concepto sin por ello ser el concepto mismo.
Un símbolo puede representar un concepto metafísico, religioso o sagrado, porque es un medio para establecer un vínculo con un plan de manifestación más sutil. Lo que emana y transmite nos permite tomar conciencia de una significación, de un sentido que no es «legible» por la mente racional y que nos recuerda lo que es más importante en la vida.
En las culturas tradicionales, la vida social se organiza en torno al templo (sea cual sea la religión en vigor). Luego la Academia, la Universidad volvieron a situar el templo como lugar significativo. Hoy nuestras ciudades modernas bailan al ritmo de los centros comerciales, que se han convertido en las nuevas Ágoras. Estos nuevos templos también poseen sus ídolos… como el que capturé en esta imagen, en una calle del centro de Madrid, en España.
